Joy of the Visitation

ALEGRIA
Padre Jordi Rivero

Ver también: Felicidad, Les anuncio una gran alegría P. Cantalamesa

La alegría plena y verdadera es nuestra comunión con Cristo resucitado. El quiere esa comunión con nosotros. Si la queremos nosotros también con todo el corazón, seremos felices y estaremos alegres aun en las pruebas.

Juan 15,9-17 Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto.

Este es mi mandamiento: Amense los unos a los otros, como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando.

La alegría auténtica nadie nos la puede quitar. Es la alegría de los mártires y de todos los santos. Si vivimos en el Espíritu tenemos ya, anticipadamente, los primeros frutos de la felicidad del cielo. Aun en medio de las tribulaciones.

Alegrémonos y regocijémonos y démosle gloria, porque han llegado las bodas del Cordero, y su Esposa se ha engalanado -Apocalipsis 19,7

El cristiano tiene pruebas y sufrimientos en este mundo. Sufre también porque es solidario con el sufrimiento de otros. Pero ese dolor no puede quitarle el gozo profundo de saber que Cristo ha triunfado. Cristo venció el pecado y la muerte. Ha resucitado y nosotros resucitaremos con El.

Para los que están en Cristo, las pruebas son purificación. Somos podados para después dar mas frutos. Dice Jesús:

Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. -Juan 15,2

También vosotros estáis tristes ahora, pero volveré a veros y se alegrará vuestro corazón y vuestra alegría nadie os la podrá quitar. -Jn 16, 22.

La promesa del Señor a los Apóstoles se cumplió:

Ellos marcharon de la presencia del Sanedrín contentos por haber sido considerados dignos de sufrir ultrajes por el
Nombre.
Hechos 5,41

Queridos, no os extrañéis del fuego que ha prendido en medio de vosotros para probaros, como si os sucediera algo extraño, sino alegraos en la medida en que participáis en los sufrimientos de Cristo, para que también os alegréis
alborozados en la revelación de su gloria.
-I Pedro 4,12-13

Los cristianos son extraños para el mundo. Sufren en carne propia y se hacen solidarios con los que sufren. Son "como tristes, pero siempre alegres" (II Corintios 6,10)

Los creyentes comparten la alegría de estar unidos en Cristo, la verdad

Me alegré mucho al encontrar entre tus hijos quienes viven según la verdad, conforme al mandamiento que recibimos del Padre. -II Juan 4

El cristiano no se alegra por tener poderes especiales que lo hagan superior a los demás. Se alegra mas bien de saberse miembro de la familia de Dios

pero no os alegréis de que los espíritus se os sometan; alegraos de que vuestros nombres estén escritos en los cielos. -Lucas 10:20

Los bienes materiales, la salud y la fama no pueden hacernos felices. Muchos se alegran por un momento al recibir estas cosas porque creen que les hará felices. Pensemos en quién se saca la lotería. Pero pronto esa alegría se esfuma. Si no tienen a Dios en el centro de sus vidas pronto queda solo una atadura, una adicción a las mismas cosas en que pensábamos encontrar alegría.

La alegría del encuentro con Dios, si perseveramos en la fe, durará para siempre:

(El ángel) entrando, le dijo (a María): «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»  Lucas 1,28

La tristeza nace del corazón vacío. La peor tristeza es estar lejos de Dios.

Cada uno da lo que tiene, sea alegría o tristeza

La alegría no es solo algo agradable de tener. Es necesaria para avanzar en la vida espiritual. Dice Santo Tomás: “todo el que quiere progresar en la vida espiritual necesita tener alegría” -Comentario a la Carta a los Filipenses, 4, 1.

San Pablo vincula la alegría con la práctica del amor al prójimo y la oración:

Mirad que nadie devuelva a otro mal por mal, antes bien, procurad siempre el bien mutuo y el de todos. Estad siempre alegres. Orad constantemente.  -I Tesalonicenses 5,15

Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres. -Filipenses 4,4


Benedicto XVI: “He aquí, queridos amigos, en lo que consiste la verdadera alegría: es sentir que nuestra existencia personal y comunitaria es visitada y colmada por un gran misterio, el misterio del amor de Dios”.

 La verdadera alegría “no consiste en tener muchas cosas, sino en sentirse amado por el Señor, en hacerse don para los demás y en quererse unos a otros”. Alegría y bondad son los signos de la presencia del Señor, que quiere dar a este mundo una y otra vez la luz de su amor”.  -Angelus, 13-XII-2009, zenit.org


Desde hace veinte siglos esta fuente de alegría no ha cesado de manar en la Iglesia y especialmente en el corazón de los santos... En la vida de los hijos de la Iglesia, esta participación en la alegría del Señor es inseparable de la celebración del misterio eucarístico, en donde comen y beben su Cuerpo y su Sangre. Así sustentados, como los caminantes, en el camino de la eternidad, reciben ya sacramentalmente las primicias de la alegría escatológica.

... La alegría es el resultado de una comunión humano-divina cada vez más universal. De ninguna manera podría incitar a quien la gusta a una actitud de repliegue sobre sí mismo Procura al corazón una apertura católica hacia el mundo de los hombres, al mismo tiempo que los hiere con la nostalgia de los bienes eternos...

Los hace encaminarse con premura hacia la consumación celestial de las Bodas del Cordero. Está serenamente tensa entre el tiempo de las fatigas terrestres y la paz de la Morada eterna, conforme a la ley de gravitación del Espíritu: «Si pues, por haber recibido estas arras (del espíritu filial), gritamos ya desde ahora: "Abba, Padre", ¿qué será cuando, resucitados, los veamos cara a cara, cuando todos los miembros en desbordante marea prorrumpirán en un himno de júbilo, glorificando a Aquel que los ha resucitado de entre los muertos y premiado con la vida eterna?

Porque si ahora las simples arras, envolviendo completamente en ellas al hombre, le hacen gritar: "Abba, Padre", ¿qué no hará la gracia plena del Espíritu, cuando Dios la haya dado a los hombres? Ella nos hará semejantes a él y dará cumplimiento a la voluntad del Padre, porque ella hará al hombre a imagen y semejanza de Dios». Ya desde ahora, los santos nos ofrecen una pregustación de esta semejanza. 

SS Pablo VI, papa de 1963-1978. Exhortación apostólica «Gaudete in domino» sobre la alegría cristiana, 4

 

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Et Maria Mater ejus. Amen